Según el manual de la #maternidadreal, la persuasión, la amenaza, el soborno y la negociación son las estrategias más utilizadas a la hora de alimentar a los tiranos de la casa.
Un ejemplo claro es cuando emprendemos el apasionante desafío de incorporar las frutas en la dieta diaria. Primero, mientras presentamos el comestible en cuestión (por supuesto orgánico), comunicamos efusivamente todas las propiedades y beneficios que la fruta tiene.
Lo más probable es que a pesar de nuestra vehemencia el menor se resista. Sin desesperarnos y siguiendo el ejemplo de las perfect mamis que pululan por IG le preparamos una serie de opciones gourmet para motivar y educar tan exigente paladar. Así, con una variedad de frutas frescas hacemos unas coloridas brochettes, agregamos un topping de dulce de leche sin azúcar con un fino y delicado baño de chocolate 70% cacao.
Después de que la criatura haya lamido la preparación, insistimos proponiendo diversas opciones saludables mientras maldecimos a esas mamis cuyos hijos consumen frutas y verduras por puro placer.
Si el niño continúa firme en su postura, echamos mano de la futurología y le vaticinamos todos los males que les sobrevendrán: te vas a quedar enano, Messi se la pasaba a fruta y ahora mirá donde está en cambio vos no vas a tener fuerza ni para jugar, Papá Noel se va a enterar…
Como el pibito ya se avivó de que el gordito no existe y el único deporte que le interesa es la Play, nos vemos obligadas a pasar a la siguiente estrategia pues no está fácil de convencer.
Conociendo a nuestro enemigo y sabiendo de nuestras propias limitaciones lo sobornamos con golosinas a cambio de un mordisco.
Al final, derrotadas y agotadas mientras comemos lo que quedó de la brochette, nos consolamos reflexionando que si la fruta provoca tanto malestar y estrés entonces taaan buena no debe ser...
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