“Una casa bien organizada resultará confortable, sus habitantes estarán bien vestidos y bien alimentados, sin que por ello se altere el presupuesto…”
Si tenemos en cuenta el estilo de vida de un ama de casa de los años ´50, veremos que una de las características principales es su capacidad para llevar adelante el hogar en medio de lo que solemos llamar economía de guerra. Algo a lo que lamentablemente estamos acostumbrados por estos pagos y que, si bien los tengo bastante arraigados, no me venía nada mal perfeccionar ciertos hábitos.
Así fue cómo durante las dos semanas que duró el experimento ahorré muuuucho dinero. Por ejemplo, al preparar mis propios artículos de limpieza. Con tan solo 6 ingredientes como agua, sal, bicarbonato de sodio, vinagre, alcohol y jabón obtuve:
- 1 litro de detergente
- 900 ml de gel de ducha
- 500 ml de limpiador multiuso
- 6 lts de jabón para la ropa
Por otro lado, aunque me había propuesto reducir el uso de la tecnología, utilicé el celular para acceder a los descuentos con las billeteras virtuales. Si bien lo hago habitualmente, durante esas dos semanas me organicé mejor y no dejé pasar ningún descuento. También hace un tiempo le abrí una cuenta a mi hija, ya que las promociones tienen un tope de reintegro por semana y por persona. Entonces repartimos las compras entre las dos y así aprovechamos los beneficios al máximo.
En cuanto a la comida, siempre voy al frigorífico los días que tengo promoción con mi banco y compro 3 pollos. Con las pechugas hago las milanesas, las patas y muslos las separo para hacerlas al horno, el resto lo hiervo obteniendo por un lado el caldo de huesos y por el otro la carne para distintos rellenos. Así llevo todo al freezer y tengo proteína para varias comidas. También compro en la verdulería las ofertas del día, hago mis propias verduras y frutas congeladas como brócoli, cebolla, puerro, morrón, frutillas, banana, etc. Lo mismo con la papa, que adquiero en cantidad para hacer puré por un lado (siempre de más para hacer alguna otra preparación con lo que sobra) y el resto las llevo cortadas y blanqueadas al freezer para luego freírlas. También aprovecho los frutales de casa para hacer dulces y mermeladas.
A mi hábito de cocinar varias preparaciones en un día, también sumé elaborar mis propios panes, bizcochos, masas de tarta, etc. Lo que significó más trabajo en la cocina, pero también implicó un menor gasto respecto del presupuesto asignado. Me queda pendiente la huerta, que por cuestiones climáticas no pudimos terminar de armarla.
En cuanto a la vestimenta, siempre que puedo adquiero ropa de segunda mano. Ya sea a través de mi emprendimiento de moda circular, o en lugares similares donde también podemos llevar prendas para intercambiar. La verdad es que se ahorra un montón y se encuentran joyitas en muy buen estado por un precio bastante inferior. El calzado y los uniformes para la escuela los compro nuevos, cuando hay ofertas. Por ejemplo, este año aproveché las promociones que sacó mi banco para reyes magos. Y siempre pero siempre hay un tío/tía, abuelo/abuela que les regala lo que necesitan.
Así como con la ropa, hago lo mismo con los libros. Mi paseo preferido es por las librerías de Av. Corrientes o los puestos de Parque Rivadavia, Plaza Italia y cualquier otro lugar donde encuentre libros usados. Además de comprarlos, también los vendo o intercambio.
Seguramente se preguntarán si el estilo de vida frugal permite darse algún que otro gusto. La respuesta es Ni. Si mis hijos quieren tomar un helado, por supuesto que se los compro. Pero lo hago los jueves que es cuando una conocida heladería de Luján ofrece 2x1 en cucuruchos. O si vamos al cine, juntamos cupones y aprovechamos los descuentos disponibles. Además llevamos nuestras propias golosinas y bebidas así nos sale más barato. O si queremos pasear y conocer algún lugar, primero vemos qué opciones gratuitas o con descuento hay y armamos un plan acorde a nuestro presupuesto. Y así puedo nombrar un montón de otras estrategias que nos permiten disfrutar sin gastar demasiado.
En conclusión, durante las dos semanas que duró el experimento no solo afiancé ciertos hábitos de ahorro, sino que también aprendí nuevas estrategias. ¿Significó más trabajo? Sí. ¿Lo disfruté? También. ¿Lo voy a seguir haciendo? Seguramente.
No es fácil mantener sola a una familia y mucho menos en el contexto de Argentina. Me encantaría que el tema del dinero no sea una preocupación diaria y poder tomar un helado cuando tengamos ganas y no cuando esté en oferta. Pero la realidad es que por mi situación no puedo darme el lujo de despilfarrar el sueldo.
Por último, más allá de todas las estrategias mencionadas, lo más importante y que nunca debe faltar es la solidaridad. Así como debemos ser capaces pedir y recibir ayuda también tenemos que saber dar. Y no hablo únicamente de dinero o cosas materiales. El tiempo y las habilidades con las que contamos pueden hacer una gran diferencia en la vida de los que nos rodean. Yo soy una afortunada por contar con mi familia, amigos y aún desconocidos. Y siempre que puedo, intento retribuir de alguna manera toda la ayuda que recibimos.
Espero que este post les haya gustado, pero sobre todo sido útil. Y si quieren que comparta más sobre este tema en particular, ya saben, me lo hacen saber en comentarios.
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